sábado, 2 de marzo de 2013

Salvando a Francesca

Salvando a Francesca:

Aquella mañana Francesca no oyó una canción de los setenta o de los ochenta cuando se despertó. No encontró notas de ánimo en el espejo del baño ni su madre le recitó un discurso entusiasta. En realidad, no oyó nada. Su madre no se había levantado de la cama. En la cocina, su padre, que le explica que sólo está un poco baja de moral. Pero Francesca sabe que no se trata de eso. Su madre, la enérgica Mia, no guarda cama ni con fiebre alta y siempre se ha ocupado de todo en la familia. Hasta ese día. Francesca debe enfrentarse sola al mundo y a su nuevo colegio, el St. Sebastian, un centro que antes era masculino pero que ha abierto recientemente las puertas a las chicas. Sus antiguas amigas ya no están con ella y Francesca no sabe qué hacer. Todas las chicas que han acabado en ese centro no eran sus amigas en el otro colegio, y todas ellas eran, según las amigas de Francesca, perdedoras. No entiende por qué su madre ha querido que se matricule allí cuando el resto de sus amigas van al Pius Senior College. Cada día es más duro y su madre sigue en cama, sin hablar con nadie y sin comer apenas. Francesca tendrá que espabilarse por su cuenta y enfrentarse al mundo huérfana de su guía.

Ha sido muy buen libro. La forma en la que está escrito hace que sientas lo mismo que Francesca, que te pongas en su lugar y que sufras cada alegría y cada pena como si fuesen tuyas. Como si te hubiese ocurrido a ti. Y que cuando lees, te sientas tan triste como ella, que cuando te pares a pensarlo te des cuenta de que es raro que leyendo ocurra eso, en un libro que trata de penas y no de aventuras, cuando te parece que de verdad lo pasa mal, entonces te das cuenta de lo difícil que es escribir un libro así, hablando sólo de las desgracias y con tan pocas alegrías. Espero que pronto traduzcan la segunda parte. Por lo menos, para comprobar si consigue lo que consiguió la primera. 

Círculo de Lectores, 2012, Barcelona
Melina Marchetta
Título original: Saving Francesca

Qué comer mientras lees:


Fresas con nata


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